Arde – Ancestral Cult
Somos culpables
El concepto de banda underground ha sido identificado, a menudo, con la idea de un purismo estilístico que en lo personal, me parece más asociado a una suerte de elitismo que se desarrolló en la escena del black metal escandinavo. Arde encarna, no obstante, una concepción distinta de lo underground, que implica una libertad sin límites. Un enfoque más natural y fluido del arte, sin las ataduras de una industria que obliga a cumplir calendarios y exprimir la creatividad, en lugar de esperar a que ésta se decante por si sola a través de las vivencias del artista y su propia inspiración.
Nació como banda en 2017, practicando un estilo influenciado por el d-beat y el crust punk que fue virando hasta encontrar su acomodo en el black metal atmosférico. La gran impresión que produjo su debut “Arde” en 2018, unido a la difícil situación pandémica y a varios cambios en la formación, elevaba la dificultad de igualar sus propias expectativas con un siempre complicado segundo álbum.
Pero este quinteto internacional, como indicamos antes, ha construido una relación muy próspera y sana con su creatividad. Ancestral Cult atravesó un proceso de gestación y desarrollo durante meses. Tal y como la vida se renueva y florece allí donde previamente se había marchitado, así ha ido surgiendo la nueva identidad de la banda. Apegada a su esencia previa pero, de alguna manera, renovándose por dentro y por fuera en forma de disco conceptual.
A través de cinco pistas recorren el papel de la mujer en la historia. O quizá el papel que el hombre ha creado para la mujer. Toda la invisibilización, ridiculización, vejación y subyugación histórica y sistemática concentrada en poco más de media hora de rabia y melancolía.
“The Birth Portal” construye poco a poco una atmósfera densa y abisal que se extenderá a lo largo de todo el álbum. Con una producción más pulida que en Arde, la sensación de crudeza se conserva a través de otros elementos, como la organicidad de la percusión o la voz de Kato. El vocalista sustituyó a Navarro al frente de la banda, asumiendo una gran responsabilidad, con la autoría, en gran parte, del aspecto conceptual y lírico. Sus shrieks suenan agónicos y profundos, ayudados por una producción que equipara el aspecto vocal al del resto de instrumentos y compartiendo un nivel de protagonismo similar.
“Halls of Ostara”, con una duración mayor, asienta la estructura atmosférica que envuelve al álbum. Su desarrollo es pausado pero su energía intensa y compacta.
“Síle” funciona como interludio que conecta dos actos. Su efímera pero crepitante intensidad se apoya en Amelia Baker (Cinder Well), compositora y vocalista de este tema. Con una breve interpretación acústica, luminosa y melancólica, supone un alejamiento estilístico tan pronunciado que encaja a la perfección, como un ornamento brillante y poderoso que aporta un extra de sentido y proporción a toda la obra.
Con “The Birch” recordamos que este no es un viaje complaciente y nos volvemos a sumergir en un océano de ardiente penumbra que alcanzará su máxima intensidad en “Vesica Piscis”. En esta última pista alcanzamos al fin un clímax musical fruto de una gestación pausada y una intensidad creciente que pone una rúbrica potente y épica.
Ancestral Cult es un rito de reconocimiento en el aflora la aceptación de la culpa pasada, presente y futura, por el trato que los hombres hemos dado a las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad. Una semilla plantada desde lo profundo de la espesura natural hacia nuestra concepción misma de nuestro mundo. Su mensaje es universal, pero su terreno de acción es íntimamente personal, extendiéndose hasta lugares de nuestra privilegiada conciencia que desconocemos.