Ghostbath – Selfloather
Angustia coral
La trayectoria de una banda musical es una guía excelente para comprender la naturaleza de su arte. En el caso de Ghost Bath su camino, su evolución, es un proceso orgánico, casi tangible. Desde que las primeras hebras comenzaron a unirse, se ha ido modelando con el tiempo, adquiriendo una forma más desarrollada y pulida hasta alcanzar su geometría más perfecta con su último trabajo.
Su origen se remonta a 2012, cuando Dennis Mikuka decidió crear un proyecto individual para compaginarlo con sus estudios. En un primer momento optó por permanecer en el anonimato, bajo el nombre artístico de Nameless, asegurando que el proyecto era de origen chino.
Su debut, un EP homónimo, tuvo una buena acogida y, tras sus primeros trabajos de larga duración decidió, durante una entrevista en 2015, revelar su verdadero origen: Minot, Dakota del Norte. El primer gran cambio en la trayectoria de Ghost Bath dibujaba un rostro donde sólo había un trazo especulativo y, en 2016, el proyecto se transformaba en una banda con una formación definitiva.
Musicalmente también ha estado sujeto a un proceso de metamorfosis. Sus primeros tres discos formaban parte de una trilogía preconcebida, enmarcada en el depressive black metal de manera muy clara, pero Selfloather ha venido a significar otro hito en el desarrollo madurativo de la banda.
Para evitar que el sonido quedara estancado en los cauces de su propia mente, el proceso creativo pasó a ser algo colaborativo y, en esta ocasión, los miembros pasaron a ser también compositores. Esto ha tenido un efecto indudable en su estilo, permitiendo la incorporación de nuevas ideas y puntos de vista diferentes, cuyo resultado es una evolución considerable.
Sin abandonar el carácter áspero y crudo que caracteriza al depressive black metal, encontramos una manera más plástica de encarar el estilo. Con una mezcla más pulida y un sonido vocal algo más inteligible, esa pátina underground desaparece para alumbrar una producción más cuidada y formal. Sin duda la voz es uno de los elementos más evidentemente evolucionados, con una ampliación notable de su rango estilístico. Donde antes había aullidos y lamentos ahora entran también guturales y shrieks más canónicos, dotando de mayor alcance expresivo al conjunto.
Los sentimientos que representa Ghost Bath tienen un origen complejo y el lado oscuro de nuestras emociones nunca es un lienzo plano. La composición a este respecto se ha amoldado a la naturaleza cambiante y laberíntica de la depresión, la ansiedad, el odio o la rabia. Sus canciones son ahora más enrevesadas, con más y mayores cambios de ritmo, pero alcanzando un extraordinario balance entre una vertiente atmosférica y envolvente frente a otra más directa y descarnada.
De alguna forma, dibuja una gran pesadilla, un óleo de trazos hermosos y coloridos, representando imágenes y realidades terribles. Desde la explosión de rabia en forma de crudo black metal de “Convince me to Bleed“, pasando por la polaridad retorcida de “Hide from the Sun” y “Crystal Lattice” o hacia una oscuridad más gótica en “Flickering Wings of Black” y “I Hope Death Finds Me Well”, un tema de piano etéreo y melancólico.
Con Selfloather, la oscura y convulsiva anatomía de Ghost Bath ha adquirido nuevas aristas. Sus rostros son más numerosos y variados y sus muecas, más proclives a la deformación si cabe, pues abarca un espectro más amplio de formas de desgarrar la dermis emocional hacia una herida profusa en angustia y rabia contenida.