Igorrr – Spirituality and distortion
Eclecticismo desquiciado
Si hay algo que caracteriza al metal y lo diferencia de otros géneros musicales es su organicidad. Se trata de un estilo vivo, que muta, evoluciona y se adapta sin perder nunca su esencia. Bien entrado el siglo XXI hemos sido testigos de su infinita capacidad para tomar influencias musicales de prácticamente todas las épocas y culturas conocidas. Desde géneros contemporáneos como la música electrónica o el hip hop hasta periodos históricos como el barroco o el medievo, pasando por estilos ligados a culturas antiguas como la grecorromana, la maorí o la panafricana han servido de inspiración para crear propuestas nuevas y expandir las fronteras del género hasta límites insospechados.
El metal vanguardista ha vivido un gran auge en los últimos 10 ó 20 años, pero desde su nacimiento ha sido un género en expansión, con artistas constantemente forzando los límites y explorando nuevos territorios musicales. Cada subgénero tiene su propia historia y sus propios pioneros hasta llegar al día de hoy, en el que hemos llegado al punto de encontrar proyectos, por expresarlo se alguna manera, agénero.
Uno de los que se encuentra a la cabeza de esta vanguardia experimental es sin lugar a dudas Igorrr, fundado por el compositor francés Gautier Serre. Por su longevidad (desde 2010), el éxito de su fórmula y el asombroso eclecticismo de su obra, se ha convertido en un referente de la exploración compositiva. Spirituality and distortion es su cuarto disco de estudio, en el que se adentra en territorios inexplorados para continuar cincelando su particular y extravagante cosmovisión musical.
“Downgrade desert” comienza con una melodía inspirada en el medio oriente, algo que va a impregnar el concepto general del álbum. Con un cierto tono industrial que deja menos espacio para la experimentación, se trata de uno de los temas más metálicos del disco junto a “Parpaing”. Ésta última, con la colaboración de George Corpsegrinder, podría categorizarse como death metal técnico con un toque nintendocore. Ambas pistas pone el contrapunto agresivo, ayudando también a fijar un punto de referencia más familiar y evitar la confusión que puede provocar escuchar la mezcla imposible de estilos.
Más allá de estos dos asideros, Spirituality and distortion es un alocado descenso que atraviesa lugares muy extremos, no tanto por la agresividad o energía que emana, sino por la presión que genera en el oyente y la exigencia que requiere someterse a un viaje en el que nunca sabes qué vas a escuchar al segundo siguiente.
Hay que destacar la admirable variedad que estilística, por la que ninguna canción se parece a otra. Aún teniendo elementos en común, como el trasfondo medio oriental, los machacones fragmentos de metal industrializado o las voces líricas que acompañan a los guturales y voces raspadas, según avanza la escucha van surgiendo nuevos instrumentos, sonidos, ritmos, arreglos y todo un catálogo de recursos que no dejan de sorprender.
Encontramos el tinte barroco de “Nervous waltz” llevado a terrenos más sinfónicos en “Hollow tree”, los ecos bereberes de “Camel dancefloor”, el acordeón festivo de “Musette maximum”, el inicio blackened de “Himalaya massive ritual” que deriva en una segunda mitad muy conato gráfica o “Paranoid bulldozer italiano”, cuyo título de describe perfectamente a sí mismo. Estas son sólo algunas muestras de un recorrido musical que nos deja exhaustos por su ritmo en ocasiones frenético y la exigencia de amoldar el oído cambios tan abruptos de tono y estilo.
Con ya cuatro discos a sus espaldas no es necesario aclarar que Igorrr no tiene una propuesta sonora fácil. No serán pocos quienes se sientan superados por su excentricidad y su absoluta falta de respeto hacia los cánones. Para quienes sí conectan con su estilo, recibirán la buena noticia de que la fuente de creatividad de Serre continúa emanando ideas novedosas. Se advierten las ganas de seguir innovando, explorando y componiendo sin códigos preestablecidos para dar a luz experiencias tan únicas y genuinas que aún sean capaces de sorprender a un oído que ya lo ha escuchado casi todo.