Entrevista a Enrique López Lavigne

Leone, Lavigne y Sad Hill

Una pequeña representación de Ateneo Oculto se desplazó a los extraordinarios Cines Embajadores, con motivo del ciclo que han desarrollado sobre la España vaciada. El 17 de febrero se proyectaba dentro de esta iniciativa, el documental Desenterrando Sad Hill. Estrenada en 2018, consiguió terminar nominada al Goya y al Forqué, y se convirtió en una pieza de culto de inmediato. 

La presentación y posterior coloquio que caracteriza a este ciclo, corrió a cargo de Juan Sardá y Enrique López Lavigne. El primero es un experimentado guionista y periodista, centrado en el séptimo arte y el sector audiovisual. 

Lavigne es un prestigioso productor cinematográfico y televisivo, que atesora en su palmarés títulos tan relevantes como Un monstruo viene a verme o la postpandemica La Abuela.
Su carrera comenzó en el entorno del cine vasco de los años 90, produciendo gran cantidad de largometrajes de Julio Medem. Pocos años después, sería el responsable del salto que supuso la irrupción de Javier Fesser en la comedia.

Es guionista y productor de la celebrada 28 semanas después de Fresnadillo o de trabajos internacionales como Lo Imposible de Bayona, o la reciente y meritoria Los hermanos Sisters del francés Jacques Audiard, director de Un profeta.

Quizá espoleados por el extraordinario y cotidiano entusiasmo que destila Desenterrando Sad Hill, nos dispusimos a arrebatarle unas palabras a Enrique con la intención de volcarlas aquí.
Compartimos a continuación, la información que pudimos hurtarle con nocturnidad y de forma premeditada.

 

Ateneo Oculto: Tras terminar tus estudios en la UCM, ejerciste la abogacía, pero pronto te incorporaste a las filas de Sogecable, empezando a producir tus primeros largos. ¿Cómo pasa un licenciado en derecho a ser productor del nuevo cine de los 90, que marcó a toda una generación?

Enrique López Lavigne: Pues buscándome la vida como fuera porque no conocía a nadie en esto del cine y no había internet con lo que cualquier contacto tenía que ser casual y tirar del hilo. El hilo para mí fue entrar a trabajar en la televisión de Pago Canal + y de allí orientarme a programas temáticos de cine, comprar películas para los canales de satélite y orbitar en torno a esa primera generación de directores y técnicos que hacían sus primeras pelis. Ahora resulta mucho más fácil, hay escuelas y hay un acceso a través de la red personalizado.

AO: Gran parte de tu carrera se ha centrado en un tipo de comedia diferente, de hecho, consideramos que aportó frescura a un género muy demandado tradicionalmente en nuestro territorio. ¿Cómo valoras el estado de la comedia nacional tras El milagro de P. Tinto o la abrasiva serie Vergüenza?

ELL: Salvo honrosas excepciones, la comedia que se ha convertido en el género omnipresente en todas las plataformas y en el top ten del box office, nunca me ha parecido más tonta, previsible y carente de contexto social o político. La búsqueda del máximo común denominador, agrupar al público o cliente como si este fuera igual,  han precipitado la comedia al abismo de la mediocridad. Es un fenómeno global, no solo en España. 

 

AO: Conocemos tu especial cariño por el western, y durante el coloquio has comentado, cómo conseguiste trasladar la peli de Audiard a las zonas donde se grabó el Spaguetti en España. ¿Podríamos hablar de un renacer del western patrio tras tu trabajo en Los hermanos Sisters?

ELL: El western es crepuscular desde hace ya 5 décadas y aunque lleguen aún unos 10 westerns estimables al año en el mundo (First Cow o Power of Dog este año) no se puede hablar de renacer pero si de un género que se resiste a morir. Hay un estupendo Festival en Almería dedicado a este género que es un buen resumen de la cosecha del año. 

AO: Habiéndote desarrollado tanto tiempo en diferentes países, ¿qué es lo que mantiene tantas de tus producciones en España?

ELL: Pues que vivo aquí porque aquí tengo a mis hijos, a Marta y a mis amigos, pero sobre todo porque es el país en el mundo donde mejor se come, se bebe y se vive. 

 

AO: Has producido múltiples géneros y a cantidad de directores en tu prolífica carrera, ¿hay alguna línea roja a la hora de embarcarte en tus proyectos? 

ELL: Que las personas que lo hagan me caigan bien. Eso y que la historia me arrebate.

 

AO: En Ateneo Oculto somos grandes aficionados del terror y el fantástico, ¿cómo te sientes como productor al haber derrotado al mismísimo Spider-Man con tu última película de género La Abuela

ELL: Fue por una semana, pero me tumbé agotado en el sofá tras la lucha y medio sonreí por la comisura de los labios. Victoria pírrica pero es algo simbólico. 

A través de estás líneas, queremos agradecer a los propietarios y organizadores del Cine Embajadores, por los riesgos y pavoroso material con el que revitalizan la escena cinematográfica de la ciudad.
A Guillermo de Oliveira y a toda la Asociación Cultural Sad Hill, por su ejemplo de valentía e ilusión contagiosa al realizar este extraordinario documental.
Y por último al gran Enrique López Lavigne por su cercanía, interés y amabilidad con el equipo de Ateneo Oculto.

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