Deadspace – A portrait of sacrificial scars

Un adiós desde el abismo

Efímera, exuberante e intensa. Así ha sido la existencia de la banda australiana Deadspace, que desde su primer lanzamiento en 2014 ha publicado nada menos de dos split, tres EP, seis álbumes de estudio y uno en directo. Su depressive black metal, que siempre ha tenido cierta querencia por los pasajes e instrumentaciones con un claro tono gótico, parecía destinado a autocumplir la profecía de la potente llama que arde con virulencia y se extingue en lapso muy corto de tiempo.

Con A Portrait of Sacrificial Scars se anunciaba la separación definitiva de la banda debido a diversos factores. Sin lugar a dudas es un último acto a la altura de una despedida definitiva. Pero este deceso no es sólo un lento desvanecimiento, sino que viene cargado de rabia y agresividad en el que es su trabajo más inclinado hacia el black metal de toda su carrera. Ya sea en la potencia de “Finale” donde truenan unos furiosos blast beats, en la solemnidad imbuida con referencias góticas de “A Portrait Of Sacrificial Scars (pt.1)” o la pausa densa cercana al doom de “A Portrait Of Sacrificial Scars (pt.1)“, este álbum no supone un simple grito de desesperación, sino que arrastra también una rabia contenida de quien no desea irse.

La voz de Chris Gebauer alcanza su máxima capacidad como transmisor emocional, trasladando al oyente una mezcla de rabia, frustración y dolor que deja el listón en lo más alto. Acompañando a este catálogo de emoción desmedida, la instrumentación presenta probablemente la ejecución más compacta y sólida de todos sus discos. Pianos, teclados, melodías y poderosos breakdowns abundan en la composición, si bien se hayan distribuidos y combinados de manera que es difícil encontrar momentos realmente memorables, de los que sobresalen en la mente tras la escucha. Esto no es necesariamente algo negativo, ya que la sensación que deja en la memoria es la de un conjunto compacto, un gran cubo de azabache sin fisuras, sin aparente mella, que sólo al ser contemplado a poca distancia revela la rugosidad y el detalle de su superficie. Esta espesa textura que fluye sin pausa desde el primer minuto tiene la capacidad de provocar una suerte de trance en el que sólo puedes guardar silencio y sumergirte en la corriente de principio a fin.

Siempre es una triste noticia saber que la vida de una banda llega a su fin, especialmente cuando en tantas ocasiones, se debe a la incompatibilidad del arte con el ritmo de la distópica sociedad en la que vivimos. A pesar de ello no todas las despedidas son iguales y en ciertas ocasiones quizá es preferible una despedida prematura que deje tras de sí una memoria sólida que un lento evaporarse en el tiempo. Afortunadamente A Portrait of Sacrificial Scars es un epílogo repleto de energía y sentimiento digno de ser recordado.

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