E-L-R – Vexier

La emoción primordial

Los territorios del metal y el metal extremo, por mucho que algún aspirante a elitista musical se empeñe, son un reflejo de la sociedad actual. Con sus matices, singularidades y excepcionalidades, pero sometido a la influencia de los valores, modos y costumbres contemporáneos. Sin tener intención de disfrazarme de profeta, mucho menos de coach Coelhista, parece evidente que vivimos unos tiempos de sobreestimulación sensorial y mental. Allí donde miramos nos sacude un torbellino de información y nuestro cerebro se ha acostumbrado a una cadencia desquiciada, según la cual no podemos dejar de recibir estímulos externos durante un segundo.

Ello también tiene su reflejo en la música. En el caso del metal y el metal extremo, vivimos una época en la que se valora enormemente la capacidad de una banda para mantenernos despiertos, atentos, en estado de perpetuo asombro. No quiero ser hipócrita, soy el primero que gusta de composiciones laberínticas y contorsionismos estilísticos, pero el hecho de disfrutar de ello no significa que esta sea la única ni la mejor manera de hacerlo. Asisto perplejo a la tendencia, por parte de varias webs de crítica musical, de considerar la sencillez y la repetición como elementos negativos. Cierto es que puede ser un síntoma de falta de creatividad pero ,utilizado con talento e inteligencia, se trata de un recurso capaz de ofrecer resultados formidables.

El trío suizo E-L-R afronta su segundo álbum, Vexier, alejado de este virtuosismo febril y el barroquismo estructural. La primera y más clara declaración de intenciones la encontramos nada más comenzar la escucha. “Opiate the Sun” abre el disco empleando más de tres minutos en construir atmósfera, con un inicio puramente ambiental que dibuja un paisaje etéreo a nuestro alrededor. Inmediatamente después se acciona un mecanismo rítmico que, a medio tiempo, avanza pausado pero imparable hacia otros parajes.

Estilísticamente encontramos una fusión elegante de doom y post metal, aderezado con un trasfondo psicodélico que nos asegura todo un viaje de sensaciones. La idea principal, que veremos repetida a lo largo del álbum, parte de un riff o melodía, que se va desarrollando a lo largo de la pista. E-L-R ofrece sobradas muestras de una gran capacidad para hacer evolucionar esta columna vertebral, amasando las notas, retorciendo los ritmos y creando nuevos caminos sin perder la dirección marcada inicialmente. Así, desde una suerte de doomgaze, podremos acercarnos a estilos tan diversos como el post rock y el black metal sin que la premisa principal se desvirtúe.

Otro de los aspectos importantes es el apartado vocal. No encontramos una voz al uso, con una letra elevándose sobre el fondo, una compartimentación en forma de estrofa y estribillos que podamos acompañar con nuestra voz. En su lugar, I.R. y S.M. funcionan como un teclado orgánico, que alarga notas etéreas hasta el infinito, fundiéndose con el corpus musical como un instrumento más. Sólo en ciertos momentos, como apreciamos en “Fleurs of Decay” o “Forêt”, se arrancan a cantar alguna estrofa con un resultado de excepcional sensibilidad.

El viaje que Vexier propone remite a algo primordial. Una inducción primitiva al trance en el que habitar nuestras oquedades por un instante, lejos del ruido y la sed. Pero este enfoque matricial es elaborado y ejecutado con un sentido de la plasticidad puramente artístico. Una arcana abstracción que no necesita ser descifrada sino disfrutada, suspendiendo nuestra febril ultraactividad hasta experimentar el placer, por una vez, hacia dentro de nosotros.

 

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