Slowly Building Weapons – ECHOS
Inesperado giro estilístico
Slowly Building Weapons es un cuarteto australiano inconformista en lo que a identidad musical se refiere. En 2009, su debut Nausicaä, mostraba influencias que oscilaban desde Converge hasta Deftones, en un estilo auto etiquetado como “Big Chord Core”. Tras obtener cierto predicamento en los canales más underground del metal experimental, la banda permaneció en silencio hasta 2017. Su segundo trabajo, Sunbirds, dejaba de lado la búsqueda de la originalidad para practicar un blackened hardcore más ortodoxo, aunque con su impronta aún presente.
Cuando parecía que volvería a producirse una larga hibernación, anunciaban que en 2020 vería la luz ECHOS, su tercer disco de larga duración. La críptica portada en colores sepia, muestra a un grupo de cuatro monjas asomadas a un mirador, dando la espalda a la cámara. Aunque poco o nada revela del contenido sonoro, si parecía indicar un nuevo cambio de rumbo, distinto del oscuro artwork de su predecesor.
Las primeras notas de “Armada of ghost” nos transportan a un escenario de black metal o post black metal, con un acusado trémolo y una producción bastante cruda. A los pocos segundos nos asalta la primera sorpresa, que es una voz limpia, aguda y lejana que acompaña la música. No se trata de un recurso puntual, sino de la tónica vocal que va a predominar en todo el álbum, más allá de algún shriek muy difuminado que funcionará como coro o acompañamiento de la voz principal.
A medida que el tema avanza fluye hacia un doom de raíces clásicas, con un toque leve de stoner muy “post” en el que la voz clara en el que se comprende más la elección vocal. Por momentos muy setentera, sonando alejada en la mezcla y con un punto casi místico, que comparte con un ejercicio de sintetizador muy etéreo, no muy evidente pero imprescindible en una escucha consciente.
Cabe destacar también la preminencia del bajo, cuya habitual tarea de aportar cuerpo y solidez se ve amplificada y optimizada, llegando a sostener el peso melódico en los compases menos pesados.
A la hora de utilizar etiquetas para referirse a este disco, es aconsejable cierta prudencia. No tanto porque no encajen con lo que escuchamos, sino para no perder de vista que el estilo musical de ECHOS es absolutamente fronterizo, y es ahí donde radica gran parte de su encanto. Por un lado tiene un sonido melancólico e introspectivo propio del shoegaze, que en ciertos fragmentos explota en un black metal más crudo. El ritmo general no llega a ser el de este género extremo, pero tampoco es tan pausado como el doom metal, sino que se mantiene en una cadencia intermedia, más cercana al mencionado doom setentero pero más pesado e instrumentalmente oscuro.
Habrá quien acuse el haber prescindido de guturales y shrieks, pero no deja de ser un elemento diferenciador. Aporta una personalidad muy marcada y mantiene el álbum en un terreno entre la nostalgia y la melancolía, más acorde con el tono que, intuyo, la banda quería transmitir.
Sin llegar a encajar, a mí parecer, en la categoría de experimental, ECHOS sí transita por sendas sonoras poco canónicas. Principalmente por las sensaciones que transmite, el uso de una producción áspera y una gran libertad creativa a la hora de utilizar los recursos musicales.