La tragedia de la Byford Dolphin
El 5 de noviembre de 1983 se demostró, de manera empírica, por qué es uno de los empleos más duros y peligrosos del mundo es el de buzo de saturación. Para comprender los sucesos acaecidos aquel día, debemos atender primero al concepto de presión hidrostática. Se trata de la presión a la que está sometido un cuerpo sumergido en un líquido debido a la columna que tiene sobre él, siendo directamente proporcional a la densidad del líquido, la profundidad y la gravedad.
Cuando un buceador se sumerge más allá de los 100 metros, no puede respirar oxígeno debido a esta presión y para poder hacerlo se emplea una mezcla de gases llamada Trimix. Esta combinación, compuesta por oxígeno, helio y nitrógeno, permite respirar a grandes profundidades, pero conlleva también un problema serio. El nitrógeno se diluye en la sangre al ser inhalado y, a medida que se asciende, se expande y genera pequeñas burbujas en el interior del cuerpo. Si no se asciende lentamente para evitar esto, se sufre el síndrome de la descompresión, que puede provocar serios problemas de salud e incluso la muerte. A grandes profundidades, la descompresión puede llevar horas, de manera que hace inviable realizar un trabajo diario y continuado durante operaciones de ingeniería.
Para evitar una inversión de tiempo tan dilatada, se inventaron unos contenedores presurizados en los que los buzos podían comer y dormir sin necesidad de realizar la descompresión. Los buzos podían llegar a vivir meses bajo el agua gracias a estos. La entrada y salida se realizaba en una campana de buceo que se acoplaba al contenedor. Tras ser presurizadas, se abrían las escotillas para que entraran los buzos y se volvían a cerrar. Ajustando la presión, la campana podía descender hasta la profundidad deseada.
El citado 5 de noviembre de 1983 un grupo de seis operarios trabajaba bajo la plataforma petrolífera marina Byford Doplhin, ubicada en el mar del norte, entre Reino Unido y Noruega. Cuatro de ellos era buzos de saturación: Edwin Arthur Coward, Roy P. Lucas, Bjørn Giæver Bergersen y Truls Hellevik. Los otros dos eran buzos asistentes de los buzos de saturación: William Crammond y Martin Saunders.
Hellevik (D4) y Bergensen (D3) regresaban en la campana tras realizar tareas de mantenimiento de la plataforma en el lecho marino. Crammond (T1) y Saunders (T2) se encontraban buceando en el exterior para acoplar la campana al contenedor, mientras Coward (D1) y Lucas (D2) se hallaban descansando en la segunda cámara del contenedor.
El procedimiento completo para abandonar la campana y entrar al contenedor era el siguiente:
- Cerrar la esclusa de la campana que comunicaba directamente con el tronco+
- Aumentar la presión de la campana para sellarla
- Cerrar la esclusa de la primera cámara, que también comunicaba con el tronco
- Despresurizar lentamente el tronco hasta alcanzar 1 atmósfera de presión
- Abrir la esclusa para separar la campana del contenedor
*Mediante “tronco” nos referimos a la abertura que comunica la campana y el contenedor, como puede apreciarse en la fotografía.
Siguiendo el protocolo, Hellevik y Bergensen accedieron a la primera cámara, pero el tercer paso no se realizó correctamente. Crammond abrió la esclusa que mantenía el tronco sellado antes de que Hellevik pudiera cerrar la cámara. La diferencia de presión entre el interior y el exterior era tan abismal que esta salió disparada matando a Crammond al instante y dejando malherido a Saunders, pero la peor parte se sufrió en el interior del contenedor. Una descompresión explosiva redujo la presión de 9 atmósferas a 1 en una fracción de segundo.
Coward, Lucas y Bergensen sufrieron una súbita expansión del nitrógeno acumulado en su sangre y los gases internos. La repentina formación de burbujas en sangre, produjo una instantánea desnaturalización de las proteínas, con lo que éstas se convirtieron en grasa, que los forenses encontraron en las grandes arterias, corazón e hígado de los cadáveres. La sangre que había quedado intacta hirvió inmediatamente.
Hellevik, debido a su posición cercana al tronco, fue expulsado a través de la abertura de apenas 60 centímetros. Expuesto a la violencia del escape de aire y la presión, su cuerpo sufrió una fuerza de 25 toneladas, con lo que su cavidad toracoabdominal se abrió y todos sus órganos excepto la tráquea, la espina torácica y una pequeña porción de intestino, fueron proyectados al exterior. Según los forenses, algunos de ellos se encontraron a diez metros de distancia. El único consuelo de esta tragedia, a pesar de lo extremo de las consecuencias extremas, es que los hechos sucedieron tan rápido que todos los fallecidos sufrieron una muerte instantánea e indolora.
Oficialmente, la causa del accidente se atribuyó principalmente a un error humano, probablemente debido al agotamiento y un error de comunicación entre la tripulación. Sin embargo, antiguos trabajadores de la plataforma petrolífera y el sindicato noruego de petróleo y petroquímica NOPEF, aseguraron que se trataba de una auténtica tapadera. En el informe oficial de la investigación se omitía que, pese a las recomendaciones de DNV (Det Norske Veritas, empresa especializada en control de calidad y gestión de riesgos), no se habían implementado sistemas de enclavamiento, manómetros y otras medidas de seguridad que evitaran la desconexión de la cámara mientras estuviera presurizada. Las familias de los fallecidos ni siquiera recibieron una compensación por el accidente, tras lo que fundaron la North Sea Divers Alliance. 25 años después, finalmente tendrían éxito en una demanda contra el gobierno noruego.
La plataforma Byford Dolphin sigue activa y los buzos de saturación continúa operando globalmente en actividades de la industria petrolífera y su arriesgada profesión es una de las más extremas del mundo. El accidente supuso un punto de inflexión en la incorporación de nuevas medidas de seguridad que debieron tomar empresas que, gracias a sus trabajadores, ganan millones de dólares en beneficios.