Atomic heart

Hemisferio izquierdo y derecho

Han pasado muchos años desde que empezamos a escuchar el nombre Atomic heart. Ya por 2017 sus imágenes destilaban un diseño de producción muy personal, y los seguidores de los shooter single player ya podíamos fantasear con el potencial que podía contener.

Ambientado en una distopía retrofuturista en la que la Unión Soviética fue la única vencedora de la segunda Gran Guerra. Esto acabará provocando un prematuro amanecer de la robótica en la década de los 50: Ingeniería genética, terraformación o la exploración de otros planetas, son solo algunos de los ejemplos que vemos monopolizar a esta súper potencia en su momento de mayor auge.

Otros títulos semejantes siempre pecaron de tomarse muy en serio a sí mismos con la certeza de que ese tono dotaría de férreos cimientos a sus extravagantes propuestas. Sin embargo, Atomic disfruta de una narrativa excelsa de ingente y variada información sobre el entorno y las vidas de sus habitantes, siempre salpicada de un humor muy negro y subido de tono. Creemos que este aspecto aporta un nuevo enfoque a esta clase de productos.

Como los grandes de la industria, Mundfish aglutina cantidad de referencias a otros juegos, y convierten esa pasta en un producto pegajoso y controvertido, digno de cualquier propuesta conocida, pero con un sabor muy destilado. Su violento universo está contenido en una ambientación demoledora y trufada de destellos de grandeza.

Muchos han criticado cierta falta de identidad jugable justificándolo con argumentos que, en otras ocasiones supusieron el éxito de títulos más que laureados. No comprendemos si dichas críticas están suscitadas por falta de experiencia con este título o simple hastío al no conectar con la propuesta. Ahora bien, Atomic heart golpeará a los fans de Bioshock o Dishonored con una de sus múltiples armas melé hasta abriros la cabeza. Puzles exigentes y algo de plataformeo terminan por poner la guinda en la parte jugable de este mecanismo cuasi perfecto.


Su banda sonora mezcla música tradicional rusa con algunos dobles bombos y guitarras eléctricas cercanas al industrial, pero con un toque electrónico que asombrará a propios y ajenos.

Por último destacaremos su duración cercana a las 30 horas de contenido, así como su buen hacer al ocultar salas por todo el mapa. Esto nos obligará incluso a conducir coches o luchar al límite de nuestra salud mental contra todo tipo de engendros mecánicos.

Este estudio chipriota ha sabido plasmar algo fresco y desenfadado con su ópera prima. Esto nos hace ponerlos en nuestro punto de mira, y sin duda aportaremos nuestros ingresos en cualquier propuesta que se dignen a compartir.

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