Blasphemous

Producto interior bruto


Blasphemous
ha conseguido mucha notoriedad pese al planteamiento humilde que tuvo al principio. Este videojuego nacional comenzó con diseños preliminares de Penitente, nuestro protagonista y mucha fé. Tratándose del estudio sevillano The game kitchen tiene cierta lógica que la Semana Santa fuese su punto de partida, aunque es cierto que estos tipos guardaban muchos secretos en su concepto.
Una formidable campaña de Kickstarter ha sido uno de los motivos que ha llevado a conseguir que sea el juego indie español de mayor éxito actualmente.

Este plataformas 2d está repleto de referencias jugables, por lo que medios especializados emplearon el término Soulsvania para referirse a Blasphemous, y es que uno de los pilares de este proyecto es el trabajo de From Software. Y sin duda la saga Castlevania, aunque menos rolero y mucho más cercano al plataformeo de Metroid. Esto hace que el término le vaya como anillo al dedo.

Los primeros pixelarts que se pudieron ver allá por 2017 ya resultaban muy atractivos y personales, el capirote del personaje principal además de la omnipresente estética religiosa consiguió llamar mucho nuestra atención.
Y es evidente que no fuimos los únicos, puesto que su campaña de micromecenazgo fue un rotundo éxito, facilitando el trabajo de los sevillanos pero también lastrando sus hombros con expectativas excelsamente amplias.
Esto no ha parecido suponer un problema para este pequeño estudio. Creemos que desde un primer momento se apoyaron en tres cimientos básicos: diseño artístico, identidad y jugabilidad.

Precisamente el diseño fue una de sus facetas a destacar desde el comienzo pero, viendo el videojuego terminado, no podíamos esperar esto. El universo de Cvstodia es enorme y requiere de mucho backtracking para poder disfrutar de todo lo que esconde.

Lo que nos entusiasma es el lore, atesorando referencias de la historia del arte con nombres propios como Goya (Vuelo de brujas, 1797) o Zurbarán, mostrando preciosos fondos con arquitectura reconocible (Puente de Triana / Mezquita de Córdoba). Los enemigos y npcs tienen nombres que nos harán esbozar más de una sonrisa, pues todo nos recordará a películas, música u otras tradiciones artísticas de este país. Pronto nos damos cuenta de que Blasphemous apuntaba alto pero ha conseguido la excelencia en este aspecto.


Santos enjoyados, mujeres barbudas, obispos corruptos y brujas pueblan los intrincados mapas que nos harán llorar sangre y despotricar ante una pantalla llena de perversión y crudeza.

Es la identidad la que hace de Blasphemous un músculo de nuestra cultura en la actualidad y sin tapujos abanderan símbolos muy reconocibles de nuestra tradición que siempre han estado relacionados con el sufrimiento.
El afán por representar las partes más oscuras de nuestra historia religiosa y artística, ha llevado al equipo a meterse en campos escabrosos. Así, reconocemos símbolos como esas largas alfombras rojigualdas por las que nos arrastramos en un museo o una horrible interpretación de la Piedad de Miguel Ángel. Esta simbología nos hace darnos cuenta de que el camino no ha debido ser sencillo y que este juego transita en la fina línea del respeto y el uso descarnado y tergiversado de muchos aspectos de nuestra identidad.

Y vamos con la jugabilidad. Este videojuego es difícil y largo, es cierto que esto no siempre es lo que buscamos cuando acudimos al entretenimiento digital, pero el tránsito merece muchísimo la pena. Su curva de dificultad está muy bien establecida aunque no te va ayudar nunca, la sensación de haberte perdido tardará en mitigarse y la información en cuanto a qué o quién ayudar es prácticamente inexistente. Sin embargo y gracias a los factores expuestos, consideramos que Blasphemous es un gran descenso al infierno.

Los bosses son otro fuerte del título, con patrones de impacto muy diferenciados y diseños que te volarán la cabeza, son exigentes, el ensayo y error será nuestra mejor arma.
Los contraataques (parrys) con tempos distintos en función del enemigo y la esquiva son quizá bálsamos a la hora de defenderte, pero mecanicas como los altares (puntos de guardado) nos obligarán a avanzar al limite de nuestras fuerzas.

El aspecto sonoro es notable, su banda sonora continua con la ambientación y nos acompaña con melodías repetitivas según el nivel en el que nos encontremos. Enriquece su ambiente perturbador haciendo que mientras deambulamos durante horas nos sorprendamos silbando su larga partitura. Muy propio del estilo elegido por el estudio.

Y de una vez por todas llegamos al final de nuestro vía crucis con las esperanzas puestas en un dlc gratuito anunciado por el estudio, que se está haciendo de rogar. Pensamos ya en los sucesivos trabajos de estos profesionales, esperando seguir viendo esos destellos de grandeza y eso que ha llevado a Blasphemous a un altar. Su espinosa personalidad.

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