Quentin Tarantino – Meditaciones de cine

El pequeño Q ve grandes películas

Meditaciones de cine supone la primera incursión fuera de la ficción de Quentin Tarantino. A caballo entre una novela autobiográfica y un ensayo, podemos disfrutar de recuerdos y reflexiones sobre algunas de las películas que influenciaron al cineasta desde que era un infante.

Con su primera novela trasladó el guión de Érase una vez en Hollywood, y transformó el libro en un pseudo montaje del director donde todo sucede de forma semejante en su última película. Sin embargo, se ampliaban y modificaban algunas secciones, consiguiendo una profundidad que quizá por duración no pudimos disfrutar en el corte final. Todo un imprescindible para cualquier seguidor del realizador de Knoxville.

Cinco partes del libro son fidedignos y pormenorizados relatos sobre situaciones vividas por Tarantino, repartidas como cantimploras para hidratarse en nuestra senda por los comienzos de los 60 a los primeros 80 viendo películas junto a Q.

Trece películas que tienen muchos puntos comunes y otras que nos resultaron completamente inéditas; por tanto y como tarea, planteamos la lectura de Meditaciones como un ejercicio, obligándonos a ver o revisar cada película antes de la lectura de su capítulo correspondiente.

Es habitual que sus películas no sean lo que el público espera de su premisa inicial. Malditos bastardos nos mostró su atípica y pausada visión de la Segunda Guerra Mundial, y del mismo modo, cada capítulo de este libro nunca es lo que esperas del todo (sobre todo de los títulos más conocidos), pero Tarantino consigue de un modo realmente hábil remar siempre a favor de la corriente del río, mostrando su especial cariño por estos títulos y a su vez expresa sin reparos gustos y pareceres realmente jugosos.

Mientras visionábamos y consumíamos cada párrafo, íbamos aprendiendo los nexos entre las películas seleccionadas…, quizá alguno de los puntos comunes sean la violencia y los personajes monolíticos que comprenden esta antología.
Actores como McQueen o Eastwood son recurrentes, así como el guionista y director Paul Schrader.
La obsesión de Schrader por Centauros del desierto y las múltiples consecuencias que se reflejaron en su trabajo es también uno de los ejes de la segunda mitad de este Meditaciones de cine.

Por último, queremos invitaros a que al menos veáis Defensa (Deliverance) 1972 y Hardcore: Un mundo oculto 1979, ya que seguimos digiriendo las revisiones que hicimos gracias a los datos que aporta el libro. Deseando ver su décima película y confiando en que sus amenazas de retirarse del cine sigan quedándose en tinta mojada, anhelamos que sea para continuar este camino literario que nos ha mostrado tanto de su creador.

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