Afsky – Ofte jeg drømmer mig død
El dolor del labriego
Ole Pedersen Luke, alma mater de Afsky, tras sorprender hace dos años con su emotivo y desgarrador debut Sort, regresa con Ofte jeg drømmer mig død, un compendio de historias de dolor y sufrimiento a lo largo de la historia.
La portada del disco se compone del logo del proyecto sobre un óleo clásico. Udslidt, del pintor danés Hans Andersen Brendekilde. En él vemos representado a un hombre de avanzada edad que ha caído desplomado, exhausto o muerto, sobre el árido y pedregoso campo que trabajaba. A su lado una mujer sostiene su cabeza inerte mientras lanza un desgarrador alarido de miedo y dolor. Este cuadro, que fue expuesto en la Exposición Universal de 1889 y la Exposición Mundial Colombina de 1893,.en Chicago, no recibió buenas críticas por parte de la prensa burguesa de la época. Constatando la durísima realidad de las vidas de los trabajadores del campo ante los ojos de la clase pudiente que los malpagaba, fue tachada de excesiva y melodramática.
La historia de esta obra no es baladí, así como no es azarosa su elección como imagen del disco. En él se trata la miseria y las duras condiciones de vida que durante siglos han sufrido los jornaleros y los agricultores. Ya sea a través de la obra de poetas daneses como Jeppe Aakjær o Sophus Claussen o mediante relatos individuales que representan la historia de la precariedad en la vida rural.
Enmarcado en una retrospectiva neorromántica alejada de los habituales recursos estéticos del género, Ofte jeg drømmer mig død presenta un black metal cargado de una emocionalidad que no se aleja un milímetro de la crudeza esperada en una obra de este estilo. Las sobrias melodías, la voz desgarradora y el pertinaz ritmo de la batería, trascienden la rabia hasta lograr transmitir la angustia y la desesperación que impregna el realismo popular de su mensaje.
A medio camino entre la second wave y el depressive black, se sitúa en una zona de convergencia entre subgéneros, pudiendo llegar tanto a quienes buscan un sonido clásico y quienes gustan del gusto atmosférico que predomina en la escena reciente. Asistimos incluso a un cierto recrudecimiento respecto a su debut Sorg, con un punto más amargo, quizá impotente, relacionado probablemente con la agria realidad que nos dibuja.
Un análisis somero puede inducir a pensar que se trata de un álbum algo plano, si bien una escucha atenta permite descubrir elementos cercanos al doom o al folk que revelan una composición más cuidada de lo que a priori pudiera parecer.
Cierto es que quizá carece de momentos estelares y puntos álgidos, pero esto es en realidad un ejercicio de coherencia. Toda la obra en sí misma es un lamento arrastrado en el tiempo, un dolor monocromo y casi subconsciente, sin momentos altisonantes ni dramatismo innecesario. Su mensaje duele de manera más profunda, casi inadvertida, como tantos otros dolores que acompañan la historia del ser humano, ocupando un hueco en la memoria colectiva y el olvido.