Ferriterium – Calvaire
Brutal y melódico
La convulsión sociopolítica como evento globalizado y el desarrollo apocalíptico en forma de pandemia, catástrofes naturales y la regresión hacia negación de los conocimientos científicos digna del más oscuro de los médicos imaginables, son una pista innegable de que el año 2021 parece que avanza por la misma senda que recorriera el 2020.
No creo caer en la frivolidad al afirmar que, para muchos de nosotros, un año de buena música sirve para equilibrar la balanza de la vida cotidiana. Ejerce de bálsamo, al menos en parte, frente a los sucesos que trastocan nuestros planes y están fuera del alcance de nuestro control. En este sentido, esperamos que 2021 sea también generoso en buenos lanzamientos y apenas entrados unos días en el nuevo ciclo, ya contamos con una grata sorpresa con el que deleitar nuestros oídos y transportar nuestra conciencia hacia otros lugares.
Ferriterium es una one band man encarnada por la figura de Raido, miembro a su vez de otras bandas como Malevolentia, Heimsgard o Karne. El artista francés suele unir fuerzas con otros músicos, mayoritariamente miembros de sus otros proyectos, para sacar adelante sus, hasta la fecha, tres discos.
Tras L’heure du grand passage en 2016 y Le dernier livre en 2019, Calvaire viene a continuar un legado que adquiere solidez con el paso del tiempo, teniendo ya hechuras de proyecto grande.
Hasta el momento su estilo de concreta en un black metal a medio camino entre lo tradicional, lo melódico y lo moderno.
Es tradicional porque cuenta con los elementos musicales, aptitudes y energía que forman el núcleo esencial de este género. También es melódico, no en el sentido que suele darse a la etiqueta, que a menudo refiere la falta de contundencia o cierta dulcificación de la fórmula. Muy al contrario resulta oscuro y fiero, pero Raido muestra una gran maestría al engarzar con pulso quirúrgico, melodías y arreglos estilizados en una maraña de blast beats, screams y guitarras distorsionadas.
Ferriterium es un proyecto con los pies en el presente y a pesar de su innegable origen, demuestra ser permeable al signo de los tiempos, con una producción limpia pero un punto sucio, un excelente uso de los medios tiempos y unos screams que busca resonar en tonos más graves que en el black metal tradicional.
Calvaire muestra una gran capacidad para crear atmósferas. Aunque no se extravía en laberintos ambientales, reclama el espacio suficiente como para expandir su sonido hacia diferentes lugares desde los cuales teje composiciones largas y complejas. Como resultado, sus 43 minutos de duración se concentran en apenas cuatro pistas.
Cambiantes y vivas, cada una de ellas evoluciona orbitando alrededor de un eje central que no cambia sustancialmente, pero que serpentea estilística y rítmicamente mostrando varios e interesantes rostros. Todos ellos, no obstante, comparten rasgos similares: una naturaleza poliédrica, un exhuberante y amplio espectro de melodías se guitarra y una amarga contundencia escupida a los cuatros vientos.