Iress – Flaw
Terciopelo frío
Desde que la banda californiana Iress editara “Prey” en 2015, podría decirse que mucho ha cambiado, en comparación que el mundo está atravesando en 2020. En mi particular opinión, utilizando una escala de medición planetaria, astronómica o incluso antropocéntrica, en el más amplio sentido de la palabra, diría que no ha cambiado demasiado. El ajedrez financiero sigue teniendo peones y reinas, el progreso sigue adornado de abismos y la vida de muchos importa tan poco como hace diez años. Poco consuelo es para aquellos que habitan en el rincón desgraciado de la parcela afortunada, cuyas vidas han pasado de la miseria tranquila a la muerte y al abandono.
Quizá Flaw no sea un manifiesto pandémico, con su carácter melancólico, su penar romántico y sus letras personales, pero refleja a la perfección el cambio de visión que la pandemia actual ha impuesto en muchas personas. Su indie rock ligero se ha convertido en un doomgaze oscuro y doliente, en el que la voz de Malley se ha erigido como protagonista absoluto de las composiciones. Y no es para menos, ya que su potencial melódico y expresivo alcanza cotas altísimas, sin necesidad de grandes ornamentos.
“Shamed” es un inicio melancólico con una atmósfera gélida. Su cadencia pausada y el tono triste de Malley recuerda a las bandas de gothic metal y gothic doom de los años noventa. Me evoca especialmente el nombre de Shellyz Raven, quizá menos áspero. La siguiente pista, “Nest” recupera algo de su anterior trabajo. Aunque asentada sobre el doom, destila un aire folk más cercano al tono indie de Prey, que en “Underneath” se transformará en pura tristeza.
A estas alturas ya hemos comprobado que la instrumentación ha delegado el protagonismo en el apartado vocal, pero resulta imprescindible en la construcción de texturas. Las guitarras sostienen la voz y ponen el contrapunto contundente, siempre moduladas a la perfección para no sonar demasiado agresivas.
Con “Dark love” se produce un giro hacia el neofolk y el dark folk. Aunque ya se había advertido cierto parecido, se pone de manifiesto una cercanía a Chelsea Wolfe que, no obstante, tiene su propia personalidad. La sombría languidez eleva levemente en tono en “Shadow” que, sin abandonar un estilo similar, se acerca más a un post rock atmosférico y un doomgaze profundo y solemne.
Hacia el final del álbum “Thieves“ y “Wolves” ofrecen los momentos más pesados y contundentes, antes de que la brevedad de “Hand tremor” sea suficiente como para inducirnos a un final catatónico, que ya nos ha atrapado mucho antes.
Flaw fluye con un tono nocturno y pausado, que te rodea unas veces como una gélida niebla y te colma otras cual cálido abrazo. Su emotividad desnuda transmite una sensación aletargante, capaz de arrancar la mente de la realidad y transportarla a un lugar muy lejano. Como un penetrante perfume se adhiere irremediablemente, recordando su presencia con un aroma obstinado, incitando a escucharlo una vez y otra, hasta que sólo deseas abandonarte a ese paisaje familiar y oscuro que sirve de refugio ante la vida.