Los Males del Mundo – Descent Towards Death

Abismo somos y en abismo nos convertiremos.

Mi corazón está vacío. El vacío es como un espejo puesto delante de mi rostro. Me veo a mí mismo y, al contemplarlo, siento un profundo desprecio de mi ser”.

Con este fragmento extraído de El Último Sello (Ingmar Bergman, 1957), comienza Descent Towards Death, el nuevo trabajo del dúo argentino Los Males del Mundo, que ha contado para la ocasión con la colaboración de Nikita Kamprad (Der Weg einer Freiheit) a cargo del bajo y la producción.

Los primeros instantes revelan un espíritu atmosférico en el que se inserta otro sampler perteneciente al mismo clásico cinematográfico.

“-¡Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada!

-La mayor parte de los hombres no piensa en la muerte y en la nada.

-Pero un día llegan al borde de la vida y tienen que enfrentarse a las tinieblas.

-Sí…

Fragmento de El Séptimo Sello

El miedo a la muerte y la angustia existencial son dos de los asuntos que más han ocupado la vida interior del ser humano desde el inicio de los tiempos. Los Males del Mundo no especula con sus intenciones y, desde el primer segundo de escucha, nos arroja a lo más profundo de un abismo en el que yacen nuestros más atávicos temores.

Este “pensar hasta el final” filosóficamente pesimista recoge el pensamiento de Schopenhauer, pero refleja también el pesimismo brutal y tangible de Emil Cioran, así como la lucha interior contra el nihilismo presente en la obra de Nietzsche. No ya en relación a la sociedad, sino a uno mismo y los terrores paroxísticos que nos sitúan continuamente en las orillas de una catatonia interior.

Por supuesto la filosofía no es el destino final de Descent Towards Death, sino más bien el manantial del que toma la sustancia de la que se va alimentar su concepto. El mejor vehículo posible para arrancar este caótico tumor de manos del demiurgo, otorgándole una forma inteligible, es el black metal.

Portada de Descent Towards Death

Los Males del Mundo no pretende subvertir la proporción áurea, ni revolucionar los procesos de laboratorio musical que dan lugar al sonido de este género. Al igual que la filosofía, el black metal es una herramienta para exorcizar la agonía que entumece las fibras, expulsándola de la manera más visceral y violenta posible hasta aplacar siquiera un instante su rumor ensordecedor.

Está fórmula se compone en gran medida del black metal melódico de los años 90. Su estilo directo y su crudeza representan el dolor de no saber, o quizá el de saber demasiado, con toda la amargura y oscuridad que envuelve la certeza de una existencia que no posee una finalidad intrínseca más allá de la pervivencia genética.

La introspección es un viaje doliente, arduo, pero en su trayecto hay también espacio para certezas luminosas. Las melodías de guitarra, que suenan a pura second wave, guardan algo de la belleza romántica que posee el dolor, manteniendo su identidad durante todo la duración. Aún sonando distintas en cada pista, guardan una matriz similar que aporta una gran coherencia al conjunto del álbum.

Pero el clasicismo es sólo una parte del rostro de Descent Towards Death, que no teme abrazar vertientes musicales más modernas. La más notable es sin duda la del atmospheric black metal, cuyos retazos ambientales aparecen esporádicamente para ensanchar la oscura cosmovisión musical. Del mismo modo, la voz de Danny Tee (Acathexis, Downfall of Nur) transita entre las eras, sonando grave y profunda al estilo de bandas contemporáneas como Grima, pero también arrancando unos shrieks desgarrados más clásicos. En momentos puntuales, su registro se acerca de manera sorprendente al de Dani Filth, algo que queda patente al final de “The Silent Agony”.

El crisol estilístico y generacional muestra una personalidad compositivamente libre, que utiliza las influencias de manera natural, sin atender excesivamente a reglas predispuestas. Incluso estructuralmente existe una notable flexibilidad, que se traduce en temas largos de 8, 10 y 12 minutos, junto a otros dos bastante más breves de 4 y 5 minutos.

Descent Towards Death no búsqueda la simetría perfecta, la exactitud matemática, ni la pureza formulaica. Se trata de una herramienta para decantar la visceralidad emocional que acompaña a la reflexión, a menudo ahogada bajo el raciocinio. Es una liberación intelectual, un desahogo prosaico tras el pesar filosófico, es arrojarse al abismo sin esperar que nos devuelva la mirada. Porque abismo somos y en abismo nos convertiremos.

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