Pessimista – Uma saída

Pesimismo esperanzado

La mayoría de los eventos históricos no representan un cambio sustancial en la vida de las personas que viven en la misma línea temporal, al menos no inmediatamente. Sólo la grandes crisis, guerras y catástrofes naturales de gran magnitud pueden hacer coincidir la visión cotidiana e histórica a la hora de analizar un momento concreto.

2020 ha sido sin lugar a dudas un año en el que esto ha sucedido. La COVID-19 lo cambió todo y lo hizo con la inmediatez de un conflicto bélico, siendo además el catalizador de otros factores ya existentes, como el negacionismo en su más amplia acepción, el autoritarismo o el auge de la extrema derecha, que cristalizaron a raíz del fractura sísmica que se ha producido en nuestra forma de vida actual.

El nuevo disco de la one man band brasileña Pessimissta, Uma saída, surgió a finales de año como un testamento del violento proceso de cambio en el que se vio inmersa la civilización humana. A un nivel analítico profundo, 2020 no será recordado solamente como el año de la pandemia, sino como un claroscuro histórico, de aquellos a los que Gramsci se refería, del cual sólo con el tiempo sabremos si dará lugar a algún monstruo. Conocido o neonato.

El proyecto paulista lleva en su nombre una marca, una declaración visible pero, al mismo tiempo, engañosa. El pesimismo puede entenderse como el abandono de la voluntad frente a la certeza del sufrimiento en contraposición al optimismo, que supuestamente implica una actitud positiva hacia la adversidad.

No obstante este optimismo nos habría de hacer sospechar, teniendo en cuenta con qué insistencia se nos incita a practicarlo desde que somos apenas unos niños. Lo que debería ser una fuerza transformadora renuncia a la superación de los problemas, acabando por mostrarse como la resignación de quien aprende a sonreír mientras el mundo se derrumba a su alrededor.

Una suerte de pesimismo esperanzado supone la aceptación de la adversidad, el conflicto y el dolor, porque son factores indisolubles de nuestra propia existencia. No podemos evitarlos, pero sí podemos elegir de qué manera nos enfrentamos a los lances vitales.

En este sentido Pessimista no se limita a enumerar los males del mundo desde un rincón, sino que hace uso de la poderosa energía que produce en el ser humano la rabia la rebeldía ante aquello que nos causa dolor o tristeza. La transformación desde el pesimismo es posible porque, habiendo aceptado la peor opción, sólo queda el convencimiento de querer cambiarla.

Quizá el depressive black metal de Pessimista no conduzca a la actitud catatónica de la voluntad, pero mantiene la carga dolorosa de su intensidad emocional. Uma saida continúa la senda inconformista de sus anteriores singles y EP.

La producción lejana y vaporosa enmarca un sonido crudo, cuyo estilo tendente al raw no esconde la rabia con la que se transmite el mensaje. Los pasajes agresivos se alternan con una vena muy ambiental que produce un efecto dramático. “Mantra para o fin do mundo como conhecemos I” introduce este viaje mostrando sólo el borde de un abismo al que iremos descendiendo poco a poco. “Visto presto por dentro o por fora” es otra de las pistas construidas sobre la atmósfera que bordea el drone y el ambiente, mostrando que con pocos elementos se puede dibujar una imagen sonora densa y tremendamente expresiva.

Esta vertiente invita a la contemplación tanto introspectiva como extrospectiva y cada nota, cada acorde y cada compás duele como una filosa certeza clavada en la herida pulsante del mundo convulso. Cuando arrecia el black metal, todo el sufrimiento estalla en una violenta ráfaga de riffs, baquetazos y alaridos que surgen de una rabia volcánica.

El análisis técnico se hace irrelevante. Encontramos elementos familiares al depressive black metal, adornado con punteos, pasajes atmosféricos e incluso algún piano lacónico. Pero lo realmente importante es el zarpazo emocional tan desgarrador que sentimos al escuchar las guitarras pasar de la melodía a casi un arañazo, la percusión implacable y la voz descarnada.

La parte final de álbum es algo más repetitiva, operando como un mantra que induce a la rabia rebelde, la negación del presente y una voluntad indómita de no aceptar que esta realidad es la única que somos capaces de construir.

Uma saida nos confronta con nuestro propio ser o, para ser más exacto, el reflejo impuesto de alguien que no somos nosotros. Esa criatura empujada a la orfandad ética por un constructo planetario, que hunde nuestros pulmones en el lodo al tiempo que exhorta a mostrar la más inofensiva y catatónica sonrisa. Encara también conceptos con su propia definición, hasta que la rabia se convierte en un mecanismo constructor y el pesimismo un conductor de revoluciones. Como la pluma, el arte o el amor: arrollador en su fragilidad, inevitable en su potencialidad.

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