Venom Prison – Erebos
Mitología y vivencia
Buscar un sonido más melódico, el eterno debate (o uno de ellos) del metal extremo, trasversal a todos los géneros y subgéneros. No pretendo abordar un tema tan manido que, aunque podría dar lugar a un largo debate, podría despachar con un par de reflexiones obvias y someras. Más allá del gusto personal, en el que cada es libre de acomodarse, tratar de elevar un análisis objetivo de una obra en función de lo extremo de su propuesta es algo elitista, superficial y banal.
Dicho esto, prefiero quitar las telarañas y dejar a la vista la obviedad primera: sí, el nuevo disco de Venom Prison, Erebos es más melódico. Menos brutal si se quiere. Personalmente, aseveraciones de este tipo no suelen decirme mucho a la hora de afrontar un disco. El mayor acceso a la tecnología ha multiplicado exponencialmente la cantidad de bandas en las últimas décadas, lo que ha provocado que los géneros se expandan, desde un núcleo inmutable, con normas rígidas y una etiqueta “old school” hasta ir atravesando capas que se adentran en otros territorios, fusionando y mezclando estilos.
Bajo mi punto de vista, no estaría demasiado lejos del núcleo en términos de estilo. Continúa sonando brutal y, por momentos, no deja de ser death metal brutal y agresivo. No obstante, la evolución es palpable, especialmente respecto a su predecesor, Samsara. Introduce elementos que difieren del tono irrenunciablemente salvaje para buscar otras formas de expresar su potente mensaje. Considero que una parte de esta evolución, se relaciona directamente con la forma descaradamente desnuda de poner palabras a las experiencias personales, la salud mental y las luchas internas de su vocalista, Larisa Stupar.
Quizá con una temática enfocada al gore, basta con crear canciones brutales y endemoniadamente veloces lo cual, por cierto, no tiene nada de negativo, pero expresar la complejidad de las emociones y vivencias humanas empuja a buscar diferentes texturas que den forma al extenso abanico de sensaciones que evocan.
Con todo y tras la introducción “Born from Chaos”, “Judges of the Underworld” comienza la andadura en un punto cardinal cercano al que abandonamos en Samsara. Un death metal que en ocasiones linda con el metalcore e incluso el hardcore, que no teme ofrecer un considerable nivel de melodía. Este quizá sea el punto más significativo del álbum. Por encima de otros elementos como la introducción de voces claras de forma puntual, que puede resultar más llamativo al oído, si analizamos el conjunto, es el gran protagonismo de las melodías lo que verdaderamente caracteriza este trabajo.
Esta guitarras, que harán las delicias de los seguidores de la escuela de Gotemburgo, sorprenden por su madurez en una banda que se abre a la experimentación. Sin perder la energía y esa rabia que retumba en cada gutural, existen tramos que bien podrían haber firmado At The Gates o, fuera del género, Heaven Shall Burn e incluso Lamb of God.
La sublimación de esta evolución alcanza su cénit en “Pain of Oizys”, con una dualidad radical que alterna el consabido death metal con una suerte de balada acompañada de un piano que alcanza lugares a los que su anterior estilo jamás se había asomado.
Más allá de estos detalles, las voces claras, una producción más limpia, el uso de teclados que a veces ofrecen un velado tinte sinfónico y, en general una tendencia a oscilar entre la brutalidad y la melodía cierto es que Erebos no me parece una obra tan disruptiva como pudiera parecer.
A esto contribuye sin duda la madurez compositiva de Venom Prison, que ha sabido mantener intacta su identidad a pesar de la evolución sonora. No obstante, no creo que se trate de una sorpresa y, de alguna forma, algo en sus trabajos previos destilaban esa inquietud invisible, pero palpable, que caracteriza a las bandas musicalmente inquietas.
El (poco) terreno que cede en agresividad, lo suple con creces expandiendo su universo estilístico, desarrollando una mayor complejidad estructural y consolidando una forma excepcional de enfocar el apartado lírico. La manera de afrontar una lírica con contenido tremendamente íntimo, utilizando la mitología como vehículo estilístico, conforma un óleo realmente único, que contribuye de manera esencial a conformar una identidad muy atractiva tanto en el fondo como en la forma.
Erebos es una confluencia de géneros, ecléctica, pero no excesivamente experimental. Se mueve con soltura entre las aguas de lo extremo y lo melódico, sin excederse en ninguno de ambas vertientes, lo que quizá aleje a los los más puristas más siendo, sin dudas, una experiencia potente para quien guste de los sonidos fronterizos.