Brujas yendo al Sabbath

La pintura Brujas yendo al Sabbath (1878) es, seguro, una imagen de sobra conocida por cualquier criatura con alma darks con acceso a internet, ya que puede encontrarse en innumerables blogs y perfiles de Instagram. Sin embargo, como es característico de esta época de redes sociales, el bombardeo de imágenes hasta el infinito puede, en ocasiones, provocar el que se pierda la pista de la autoría de las creaciones. Y no solo la autoría, sino el contexto histórico en el que se enmarca, las intenciones con las que se crea, el mérito de la obra teniendo en cuenta estos aspectos, siendo necesario conocerlos para admirar (o no) cualquier obra de arte.

En este caso, muchas personas que conozcan el cuadro, no sabrán que el autor es Luis Ricardo Falero, nacido en Granada en 1851. Pero a pesar de la cercanía geográfica que estos datos inspiran, no es extraño que el nombre no resulte familiar. Al fin y al cabo, aunque sus cuadros han salido a subasta en numerosas ocasiones y a unos precios bastante asequibles, no se puede encontrar una sola obra del pintor en ningún museo del Estado español. 

No conocemos las razones por las que los museos españoles no invierten en este artista de méritos reconocidos a lo largo y ancho del mundo, aunque no vamos a hacer especial hincapié en ello, existiendo causas más flagrantes y urgentes como es la falta de inversión en obras de mujeres artistas. Recomendamos a este respecto la lectura de Las Invisibles de Peio H. Riaño, sobre falta de visibilidad que el Museo del Prado da a las obras creadas por mujeres.

Pero en esta ocasión, lo que nos atañe es conocer un poco al autor de esta obra tan admirada por los amantes de lo oculto. Luis Ricardo Falero, como decíamos, nació en Granada a mediados del siglo XIX, en el seno de una familia pudiente y aristocrática. Fue esta situación privilegiada la que le permitió formarse en colegios internos de Gran Bretaña y Francia. Destacaba por tener dotes para la pintura e interés en la ciencia, sin embargo cumplió con el deseo de su familia de enrolarse en la marina de guerra española, que abandonó a los dieciséis años de edad.

A partir de entonces, vivió en París y en Londres, donde murió en 1896. Fue en la capital francesa donde intentó desarrollar su interés por la ingeniería, pero tras varios experimentos fallidos que casi le cuestan la vida, la abandonó como había hecho con el ejército. Ya solo le quedaba el arte.

Su pintura se encuadra dentro del Romanticismo tardío y se caracteriza por el uso del desnudo femenino en casi la totalidad de su obra, llegando a ser considerada en la época como pornográfica. Estos desnudos aparecen en pinturas de estilo orientalizante, mitológicas y ocultistas que desvelan su todavía patente interés en la ciencia, el misterio y la astronomía. Otros pintores como Goya, ya habían dedicado sus lienzos a la magia, a las brujas y los demonios, pero es al llegar Luis Ricardo Falero a Londres, donde estas temáticas plasmadas en sus cuadros reciben una buena acogida por el público.

La sociedad victoriana londinense, obsesionada con el más allá, ocupaba su tiempo en sesiones espiritistas y encontraba en los cuadros de Falero el arte en el que mirarse, llegando a considerar su obra como la mejor de las expuestas en Gran Bretaña.

Aunque Falero no puso nombre a sus cuadros, sino que lo adquirieron por parte de galerías y museos con posterioridad, llamamos Brujas yendo al Sabbath a esta famosa pintura en la que un montón de mujeres desnudas vuelan sobre escobas, apelotonadas en el aire donde también pueden verse esqueletos y animales como un murciélago, un macho cabrío o un gato negro. La composición hace que la vista gire a través del cuadro como las protagonistas parecen hacer en su vuelo. El dinamismo y la energía que desprende es tal que casi se las puede oir gritar.

   

La misma temática encontramos, ahora en solitario, en Bruja yendo al aquelarre (1880) o La bruja (1882).

Pero Falero también recurre a otras temáticas como en La visión de Fausto, inspirada en la obra de Goethe, y basa parte de su producción en motivos astronómicos como en Estrellas gemelas (1881), o Bellezas de la luz de Luna.

   

Otra de sus obras es Alegoría de la pintura, en la que aparece una mujer pintando, lo que no es muy habitual en la época, debido al tema ya mencionado más arriba de la invisibilidad de la mujer en el arte como sujeto activo.

Luis Ricardo Falero murió a los 45 durante una operación médica fallida, el mismo año que fue denunciado por una de sus modelos por ser despedida después de dejarla embarazada. Aunque negó la paternidad del niño, fue condenado por los tribunales a pagar su pensión.

A día de hoy, sus lienzos se encuentran repartidos en museos franceses, británicos, en el Metropolitan de Nueva York y en colecciones privadas.

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