Darkest Era – Wither on the Vine
El segundo álbum de Darkest Era me sorprendió por su desinhibida mezcla de géneros. Perseverance es un imponente crisol en el que se mezclaban una cantidad innumerable de influencias musicales. Algunas tan concretas como Bathory o Nick Cave y otras tan amplias como el doom metal o el heavy metal. Una debut tan redondo en términos de técnica y composición, puede suponer una gran losa a la hora de publicar su continuación, pero no para este quinteto norirlandés.
Más allá del talento y las aptitudes musicales, subyace un verdadero y gran amor por la música, que corre por las venas de los miembros de la banda, fluyendo hacia el exterior de forma natural, sin parecer nunca una impostura estilística. Es por ello que Wither on the Vine logra mantener el nivel con bastante solvencia, regalándonos una experiencia a la altura de su predecesora.
“One Thousand Years of Night” es el primer paso de la travesía. Desde el primer instante advertimos una pesada melancolía, camuflada entre tintes progresivos y una tendencia a la búsqueda de una épica casi triste. Un medio tiempo en el que el eclecticismo aparece con claridad. Sobriamente, sin adentrarse de lleno en un género concreto ni cambios abruptos, pero dejando destellos que dirigen la mirada hacia el doom, heavy o metal gótico. Con “Floodlands” continuará la misma dirección, adentrándose con prudencia en la exploración con un leve aumento de revoluciones que dejará alguna percusión acompañando trémolos con aroma a post black.
A estas alturas queda claro que Krum es un vocalista sólido, muy capaz de generar la intensidad necesaria para dotar de alma la música. Su voz clara, cargada de emoción, se acomoda con sorprendente solvencia sea cual sea el viraje estilístico que la música propone.
Dentro de la versatilidad, la influencia de Iron Maiden es notable, con guitarras rebosantes de melodía, al servicio de una textura que juega constantemente entre la gris melancolía y la épica oscura. Con gran elegancia y una composición que guarda un equilibrio perfecto entre estilos, continuaremos el viaje a través de “Tithonus“, elevándose in crescendo desde el rango de balada hasta una intensa melancolía y progresiva. “The Collapse” nos ofrenda un inicio a lo Katatonia “The Ashen Plague”, pone el punto más crudo del álbum con una aproximación al black metal. Tras la tormenta, “Wither on the Vine” ofrece un final digno de una epopeya épica, elevando la intensidad emocional hasta alcanzar el éxtasis.
La facilidad y la naturalidad con la que las diferentes influencias musicales se fusionan, interactúan y fluyen, teje una urdimbre sonora de pura fantasía sin parecer nunca una mixtura artificial. Con gran elegancia nos arrastra a través de pasajes oscuros, emocionantes, épicos o furiosos con una cohesión máxima, manteniendo siempre la coherencia estética y estilística.
El mundo de Darkest Era crece pausadamente, con tan sólo 3 álbumes en 11 años, pero la espera no es en vano. El tiempo entre ellos permite macerar las ideas, madurarlas y desarrollarlas en el mundo de lo conceptual, para brotar como una explosión de creatividad que difícilmente dejará indiferente a nadie.